21.2.06

SERENA NIT

Serena nit,
Somriure de lluna
Que encisa els sentits.

No marxis, no,
Queda’t amb mi,
Per uns instants,
Només
Aquí.

Que el teu bell esguard
Cerqui el meu bes.
I que les teves mans
Dolces y amargants,
dins de la meva carn,
toquin la cançó
i arrenquin el plany
que no dol,
es suau,
i és el fill etern dels cossos amants.

Com tu i com jo,
Aquesta nit,
Serena nit,
Amb somriure de lluna
que encisa els sentits.

Madhuvari

13.2.06

Princesa y Annubis



Era una noche de negro oriente, con una sonrisa de estrellas perladas en el cielo;
el jazmín se mecía suavemente con un contoneo sinuoso, cantando a los gatos enamorados canciones de amores perdidos.
Miaaaaaaaaaaaau, miaaaaaaaaaaaaaaau... canturreaban con sus pequeñas boquitas rosadas, hipnotizados por la fragancia que despedían sus pétalos.

Mientras, Princesa dormitaba en su cesto, intranquila. ¿Qué diría su madre cuando lo supiera? Había tomado una decisión, pero no sería fácil enfrentarse a la furia de Bastet. Ansiosa, esperaba a que la Madre cerrara los ojos, porque su amigo amante la llamaba con fuerza.

Espero una hora, dos horas...hasta que finalmente la respiración de Bastet se hizo más lenta y profunda.
Sin apenas rozar el suelo, sus pequeñas patitas de gata la condujeron veloz a través de las calles de Egipto. Saltaba de tejado en tejado, camuflándose entre las sombras, sin atreverse siquiera a respirar, esquivando los secretos de la noche que aguardaban acechantes su próxima víctima.

De pronto una mano la cojió por la delicada piel del cogote, elevándola a la altura del rostro:
- Princesa...-susurró una voz profunda y vacía.
- Rrrrrrrrrrrrrrrrrrr - respondió Princesa.

Y los dos, Annubis y Princesa, volaron hacia el desierto, lejos de cualquier mirada indiscreta.
Y fue allí, en el desierto, en medio del abrazo más profundo, donde apareció Bastet con toda su furia de madre gata ofendida.
-¡Annubis!¡Perro!¿Cómo te has atrevido a tocar a una de mis hijas?

Annubis dejó delicadamente a Princesa en el suelo y avanzó un paso hacia Bastet, pero antes de que pudiera decir nada, Princesa se interpuso entre los dos.

-Madre...¿qué más da? Cuando las velas se apagan, los gatos son pardos, pero los perros también...¿no?

Bastet, confundida, se marchó dejando a los dos amantes con sus dulces quehaceres, mientras ella meditaba un poco a cerca de lo que le había dicho su hija.

Madhuvari

12.2.06

"Miedo" de Alfonsina Storni




Aquí, sobre tu pecho, tengo miedo de todo;
estréchame en tus brazos como una golondrina
y dime la palabra, la palabra divina
que encuentre en mis oídos dulcísimo acomodo.

Háblame de amor, arrúllame, dame el mejor apodo,
besa mis pobres manos, acaricia la fina
mata de mis cabellos, y olvidaré, mezquina,
que soy, ¡oh cielo eterno!, sólo un poco de lodo.

¡Es tan mala la vida! ¡Andan sueltas las fieras!...
Oh, no he tenido nunca las bellas primaveras
que tienen las mujeres cuando todo lo ignoran.

En tus brazos, amado, quiero soñar en ellos,
mientras tus manos blancas suavizan mis cabellos,
mientras mis labios besan, mientras mis ojos lloran.

8.2.06

Ángel Furioso



El ángel furioso
envuelto en llamas de violín,
vuela en espiral
contra la bóveda de cristal.

La carne rota
el alma derrama.

Su llanto contra la lluvia,
en un baile incesante
de dolor y sombra,
de miedo y sangre.

Y Cae, cae, cae...
en un vacío sin fin.
Sin fin, sin fin...
Pero al fin la cálida tierra
que acogerá los pies errantes del
caminante sin fin.

Y los ojos heridos
ahogados en lágrimas,
que las manos llagadas intentaron ahogar;
el cuerpo maltrecho y tembloroso del ángel,
las alas quemadas de tanto volar,
suspiran,
y al suspirar
el ángel furioso desaparece
para convertirse en el eterno guía
de sonrisa eterna y eterno mirar,
de las hermosas almas perdidas en la oscuridad.

Madhuvari