14.7.06

Lo que me sucedió la otra noche

Bueno, como hoy a penas tengo nada que hacer en el trabajo, voy a contaros lo que me sucedió la otra noche, porque es una cosa creo, bastante curiosa.
Bien...era de noche. Una noche oscura y calurosa, como la mayoría de noches de Julio. Por suerte tengo la cama pegada a la ventana, y el poco aire que corre me llega a través de las rendijas de la persiana...Pero eso no es importante.
Lo interesante viene ahora. Resulta que estaba en mi cama, jugando con mi Nintendo DS, cuando oí unos golpecitos en la persiana.
Me asusté, la verdad. Pero pensé que sería un bicho, o un poco de viento...y seguí jugando. Al cabo de un ratito oí otra vez los golpes. Ahí si que me asusté ya.
Me debatía entre la curiosidad y el miedo. Sí, supongo que es lo mismo que sucede en las películas de terror o asesinatos, en las que los protagonistas, a pesar de que no hay luces en su casa, oyen ruidos extraños, hay objetos tirados en el suelo, y alguna que otra mancha de sangre en las paredes, lo único que se les ocurre es adentrarse más y más en la casa en vez de salir pitando.
Pues eso me sucedió a mí. Pensé...bueno, si es algo raro con un grito tengo a toda la familia en mi habitación. Es lo bueno de vivir en un piso y no en una mansión victoriana.
Así que levanté la persiana. Primero despacito, por si lo que había al otro lado tenía malas intenciones. Vi unas patas peludas y negras, y la verdad es que ya no pude seguir .
Me aparte despacio, retrocediendo con cautela, buscando desesperada el interruptor de la luz. Lo primero que pensé fue en llamar a mi padre, que todo lo puede, aunque sean las 3 de la mañana y esté más dormido que un tronco.
Pero una voz me detuvo.
-¿Mademoiselle? - (silencio) - Madame, ¿me permite un momento...?
Un hocico lleno de bigotes asomó por debajo de la pequeña rendija que había dejado al levantar la persiana.
- Madame, no se asuste...sólo quería fuego... Estoy desesperado por hacer un pitillo... (léase con acento francés)
¿Y que podía a hacer yo? Terminé de levantar la persiana y un enorme gato negro saltó a mi cama. Y e aquí nuestro diálogo...
- ¿Que calor hace esta noche verdad? -dijo él.
-Sí, la verdad es que sí...-contesté mientras buscaba una caja de cerillas.
-¿Quiere uno?- me alargó la cajetilla de cigarros.
-No gracias, no fumo...-por fin había encontrado la caja de cerillas, y mientras le encendía el cigarro me di cuenta de que tenía dos preciosas alas de mariposa en la espalda. Lógico, porque ¿cómo habría llegado a mi ventana si no?.
-Bueno, seguiré mi viaje, muy amable madame, y disculpe las molestias...
El gato saltó por la ventana y vi como se alejaba planeando calle abajo.La verdad es que tuve suerte esa noche, porque los gatos voladores no se ven muy a menudo.

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